jueves, 30 de enero de 2014

¿Sabemos perdonar?


 

Crecer no es una tarea sencilla.
Avances, retrocesos, desilusiones, esperanzas
y mucho dolor acompañan el proceso vital
del hombre en este mundo, proceso cuyo
sentido último es el de la evolución del espíritu.

En este trayecto forzosamente existirán
personas que nos lastimen, que nos nieguen
aquello que deseamos, que no nos comprendan
o incluso que nos traicionen.

Se trate de una herida emocional que nos
hayan provocado nuestros padres, de alguien
que nos ha olvidado o de un amigo que no
ha sabido actuar con lealtad, todos hemos
sufrido alguna vez por causa de otra persona.

Ahora bien. ¿Qué sentimos por ese que nos dañó?
¿Intentamos alguna vez comprender por qué actuó
de ese modo? ¿Somos capaces de olvidar
la ofensa sufrida? ¿Sabemos perdonar?

Cuando las cicatrices no logran cerrarse
y el rencor continúa anidando en nuestro
espíritu, su energía actúa como un veneno.

Muchas de nuestras enfermedades se deben
a esta contaminación energética, a la ira
permanente, a los pensamientos de venganza
y destrucción que ocupan nuestra mente.

También muchos de nuestros fracasos nacen
en este aferrarse a dolores pasados porque allí
donde existe el resentimiento difícilmente pueda
florecer una actitud positiva hacia los demás.

Por eso, para curarnos, debemos perdonar.
Perdonar a quien nos olvidó, perdonar
a quien nos agredió, perdonar a quien
destruyó lo que amábamos.
Enviar Luz y paz para que la Luz
y la paz regresen a nosotros.
Perdonarnos a nosotros mismos.

Aceptar y cuidar al niño asustado, enojado
o confundido que llevamos dentro y rodearlo
de un infinito amor. Convertirnos en amor
para que el amor sea. Y entonces así, crecer
libres de toda atadura  y de todo miedo,
crecer en felicidad.

Fuente: nuestraedad.com

miércoles, 29 de enero de 2014

El collar de María




María era una linda niña de cinco años de ojos relucientes.
Un día mientras ella visitaba la tienda con su mamá, María vio un collar de perlas de plástico que costaba 2.50 euros.
 ¡¡Cuánto deseaba poseerlo!! Preguntó a su mamá si se lo compraría, su mamá le dijo:
 - Hagamos un trato, yo te compraré el collar y, cuando lleguemos a casa, haremos una lista de tareas que podrás realizar para pagar el collar. Y No te olvides que para tu cumpleaños es muy posible que tu abuelita te regale un billete de cinco euros ¡¡enterito!!, ¿Está bien?
 María estuvo de acuerdo y su mamá le compró el collar de perlas.
 María trabajó mucho con tesón todos los días para cumplir con sus tareas, y tal como su mamá le había mencionado, su abuelita le regaló un billete nuevo de cinco euros para su cumpleaños.
 En poco tiempo María canceló su deuda.
 María amaba sus perlas, ella las llevaba puestas a todos lados, al Kinder, a la cama y cuando salía con su mamá hacer los recados. El único momento en el que no las usaba era cuando se bañaba, su mamá le había dicho que las perlas con el agua le pintarían el cuello de verde.
 María tenía un padre que la quería muchísimo. Cuando María iba a la cama, él se levantaba de su sillón favorito para leerle su cuento preferido.
 Una noche, cuando terminó el cuento, le dijo: "¿María tú me quieres?", Oh sí papá tú sabes que te quiero.
 "Entonces regálame tus perlas"
 "¡Oh papá!" No mis perlas. "Pero te doy a Rosita, mi muñeca favorita ¿la recuerdas? Tú me la regalaste el año pasado para mi cumpleaños y te doy su ajuar también ¿está bien papá?
 "Oh No hijita! Está bien. No importa", dándole un beso en la mejilla, "buenas noches pequeña".
 Una semana después, nuevamente su papá le preguntó al terminar el diario cuento: "¿María, tú me quieres?"
 "¡Oh sí papá tú sabes que te quiero!"
 "Entonces regálame tus perlas"
 ¡Oh, papá No mis perlas! Pero te doy a Lazos, mi caballo de juguete, ¿lo recuerdas? Es mi favorito, su pelo es tan suave y tú puedes jugar con él y hacerle trencitas. Tú puedes tenerlo si quieres papá
 "Oh no hijita, está bien," le dijo su papá dándole nuevamente un beso en la mejilla, "Dios te bendiga buenas noches y dulces sueños"
 Algunos dias después, cuando el papá de María entró a su dormitorio para leerle el cuento, María estaba sentada en su cama y le temblaban los labios, "toma papá" dijo, y estiró su mano. La abrió y en su interior estaba su tan querido collar, el cual regaló a su padre.
 Con una mano él tomó las perla de plástico y con otra extrajo de su bolsillo una cajita de terciopelo azul. Dentro de la caja había unas hermosas perlas genuinas. Él las había tenido todo ese tiempo, esperando que su hija renunciara a la baratija para poderle dar la pieza de valor.
  Y así es también nuestro Padre celestial. Él está esperando a que renunciemos a las cosas sin valor en nuestras vidas para podernos dar preciosos tesoros.
 ¿No es bueno el Señor? Esto me hace pensar en las cosas a las cuales me aferro y me pregunto qué es lo que Dios me quiere dar en su lugar.
 Su amor siempre está contigo, sus promesas son verdad. Y cuando le damos a Él todas nuestras inquietudes, tú sabes que él verá por nosotros.
 Así que, cuando el camino por el que viajes parezca muy difícil solo recuerda que yo estaré aquí orando y Dios hará el resto.

  "Ningún ojo ha visto, 
ningún oído ha escuchado, 
ninguna mente humana ha concebido 
lo que Dios ha preparado 
para quienes lo aman". 
(1ª Corintios 2:9)

Fuente: blogcatolicogotitasespirituales

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